lunes, 16 de abril de 2007

Mensaje 11

Querida Alma,

Tengo sobradas razones para creer que nos hallamos en grave peligro. Que en un lado de la tarjeta que te fue entregada hubiera la dirección de Belgrado es la prueba, más aún después de lo que te voy a contar. Por cierto, ¿qué o quiénes te esperaban en ese café de la Rive Gauche parisina?

Por mi parte, vas a saber quiénes había en este insólito taller en la capital de Serbia.

Tal como rezaba la invitación, me presenté este martes 13 a medianoche en la Plaza Nikola Pasic. Como no es precisamente pequeña, estuve dando vueltas un buen rato buscando el Taller XO, hasta que un joven pálido como la cera me interceptó. Tras ponerme la mano en el hombro, dijo algo como:

Idemo u atelieru.

Lo que significa simplemente «Vamos al taller». Sólo llegar allí, un local húmedo y oscuro situado en un callejón cercano, supe que significaba «XO». Si tomas estas siglas y las pones en vertical, obtendrás una bonita calavera, como las decenas que me recibieron en el pasillo de entrada. Estaban colgadas en ambas paredes, iluminadas por una luz cenital que no supe de donde brotaba.

De repente, la puerta se cerró a mis espaldas y el guía despareció. Atravesé solo el pasillo de las calaveras hasta llegar a una sala cuadrada donde había un laboratorio de revelado fotográfico. Pero no una de estas máquinas automáticas que se utilizan ahora, sino dos largas mesas con cubetas llenas de líquido, una vieja ampliadora y algunos cachivaches más que no supe identificar.

No había nadie. Sólo yo, que me preguntaba dónde estaría Mr. Monday o quien había usurpado el nombre que le dimos (¿o debería decir vendimos?)

Por encima del equipo de revelado, de un hilo de cobre colgaban una veintena de fotografías que se estaban secando. Allí había la misma luz mortecina que en el pasillo, pero bastaba para ver las imágenes. Supongo que era un efecto buscado.

Antes te he dicho que estaba solo. No es exacto decir eso. Me observaban desde las fotografías una espléndida colección de fantasmas: todas aquellas personas que perdieron su identidad gracias a nosotros. Las imágenes eran anteriores a que les proporcionáramos su nuevo envoltorio personal. Me pareció que estaban todos a excepción de uno: Mr. Monday.

Al constatar eso, no quise esperar más acontecimientos y salí huyendo del OX, que ahora sé que es el taller de la muerte. Por suerte, sólo tuve que empujar la puerta que se había cerrado para encontrarme nuevamente en la calle. Nadie apareció ni me persiguió. Al parecer, quien se hace pasar por Mr. Monday sólo deseaba que viera aquello. Nada más.

Vuelvo a estar en el Hotel Royal. Me resisto a marchar de esta ciudad, aunque tampoco sé por qué. Supongo que quiero llegar hasta el final de todo esto.

¿Y tú, dónde estás, Alma?

Tu asustado,

Daniel

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Quince hombres van en el cofre del muerto;
¡ay, ay,ay, la botella de ron!
El diablo y el ron se encargaron del resto;
¡ay, ay, ay, la botella de ron!
Y sólo queda uno vivo, los demás han muerto
De setenta que eran al salir del puerto".
(John Silver)

Anjana dijo...

uy!! y qué pasó?? ayer echamos de menos la carta de Alma!! los han matado?????????
es raro, un lunes sin carta.... :(

Anónimo dijo...

Eso, eso... ¿no la han matado?