lunes, 5 de febrero de 2007

mensaje 1

Querida Elena,

Tal vez te sorprenda recibir este correo, después de cinco años sin tener noticias mías. Lo cierto es que tampoco me ha sido fácil localizarte. Tuve que atar muchos cabos hasta saber que te habías instalado en Roma, donde alguien me ha dado tu nueva dirección electrónica. También tú decidiste desaparecer después del caso Olmedo, y más vale que sigamos en el anonimato por la cuenta que nos trae.
Por mi parte, actualmente vivo en Montserrat, una isla del Caribe bajo la amenaza constante de un volcán que desde 1995 no cesa de darnos sustos. La caprichosa actividad de La Soufrière, sin embargo, presenta algunas ventajas: la más importante es que mantiene alejados a los turistas y curiosos. A nuestra señora del fuego le debo, probablemente, que hoy siga con vida.
A veces me pongo melancólico y recuerdo nuestros tiempos en Barcelona. Fue una locura admirable fundar una agencia de falsas identidades tras acabar periodismo. Ninguno de los dos creíamos al principio que se pudiera ganar dinero creando el pasado, la personalidad y el nombre de personas que habían decidido renunciar a lo que habían sido hasta entonces. ¿Recuerdas nuestro primer cliente? Es como si lo pudiera ver ahora mismo, abriendo la puerta y levantando ligeramente su sombrero a modo de saludo:
-He cometido un asesinato -dijo.
-Pues acuda a la policía y entréguese -le respondiste, fría como el mármol.
-No: es a mí mismo quien he matado, y busco un nuevo ser capaz de mover esta carcasa. Porque os dedicáis a esto, ¿verdad?
Recuerdo que me quedé blanco. Una cosa es planificar una locura y otra tenerla delante de tus narices. Por suerte, fuiste más rápida de reflejos que yo y empezaste a contarle su pasado del corrido a aquel desgraciado, que venía dispuesto a llenar su vacío con cualquier cosa. Fue una buena obra. Y lo mejor de todo fue cuando, al fin de la última visita, nos preguntó:
-Así pues, ¿cómo me llamo?
Y tú le respondiste:
-Hemos decidido bautizarle como Abel Mestres. ¿Le parece bien?
Sólo lamento cuántos estafadores, farsantes, mafiosos y criminales encubrimos con nuestras identidades a medida. Mientras duró, fue un negocio rentable además de muy creativo. Porque, ¿hay mayor creación que inventar toda una vida?
Tal vez porque llegamos a sentirnos semidioses, con Olmedo fuimos demasiado lejos. Por eso huimos y seguiremos huyendo mientras vivamos.
Pero no te escribo para rememorar viejos tiempos, sino para pedirte que me ayudes a resolver un misterio. Se trata de una persona muy querida por los dos, además de uno de nuestros mejores clientes. Venía del frío oeste de Irlanda, no recuerdo cómo se llamaba antes. Sólo sé que le salvamos una vez la vida con una nueva personalidad. Te estoy hablando de Mr. Monday. Elegimos ese apellido porque llegó un lunes, ¿te acuerdas? Como Robinson con su salvaje del viernes.
Hace poco volví a saber de él. Mr. Monday ha aparecido muerto en un fiordo cercano a Bergen, Noruega, completamente vestido de azul. Aparentemente es un suicidio. Pero la persona anónima que me mandó la noticia me asegura que es algo más. Literalmente dijo: "Con su muerte está tratando de comunicarnos algo. Por favor, le ruego que me ayude o seré el próximo."
Espero no haber perturbado tu romana calma. Simplemente quería que lo supieras.
Con todo mi cariño y admiración,
DANIEL