
Han ocurrido algunas otras cosas, que por ahora no pienso contarte. Podría decirte que estoy recibiendo anónimos, pero lo mismo puedo despertar en ti las ganas de informarme acerca de qué tanto por ciento de la población recibe o escribo este tipo de misivas. Seguro que son más de los que imagino. También tengo la impresión que me vigilan desde el otro lado de la calle, pero temo que a este dato pueda tu crueldad contraatacar con cifras acerca de la esquizofrenia que se padece en los países musulmanes, o cualquier otro sin sentido similar.
Por todo ello, me limitaré a informarte de que he decidido marcharme. No pienses que abandono la investigación o que huyo: nunca ha sido mi estilo. Sólo pongo a salvo mi pellejo a la vez que intento hacer algo útil que arroje un poco de luz sobre el desventurado míster Monday y todo este asunto del suicidio. Lo único que quiero que tengas muy claro es que no actúo por impulsos, como algunas veces llegaste a reprocharme, sino que tengo motivos fundados para obrar de este modo. Motivos que no voy a revelarte, naturalmente.
Sólo deseo informarte de algunos detalles antes de dar por terminada esta carta. Al pie encontrarás un apartado postal al que puedes remitirme desde este momento la correspondencia. Cuando esta carta llegue a tus manos, yo ya me habré puesto en camino hacia un lugar que, de momento, prefiero no desvelarte. Desde allí te escribiré con puntualidad y te mantendré informado de mis pesquisas. Espero, entonces sí, ser capaz de contarte algo de lo que me haya ocurrido. Empiezo a sospechar que a esta correspondencia nuestra le falta acción y le sobra intriga, querido mío, y espero ser capaz de remediarlo.
Es muy probable que te extrañe este comportamiento mío. No me juzgues antes de conocer todos los detalles, es lo único que te pido. De momento, te basta con saber que siento que mi vida peligra si me quedo en este lugar y que el miedo es uno de los pocos sentimientos que no pueden combtirse. Y ya sabes que hablo por experiencia.
Por otra parte, no te negaré que hay algo muy personal en todo este asunto. No entraré en detalles, porque me llevaría mucho tiempo, acerca del contenido de la tarjeta de memoria que nunca debería haber dejado en el correo y que contenía los secretos del desventurado Monday. Sólo te avanzaré que hay información muy personal en esos documentos. Hubiera preferido que lo vieras tú mismo, y que juzgaras si era yo la persona más adecuada para encargarme de este caso, pero me temo que ahora ya es demasiado tarde para lamentaciones.
¿Has adivinado ya? Nunca te caracterizaste por tu agudeza. No sé cuántas cosas recuerdas de la última vez que viste a míster Monday. Yo tengo aquel encuentro muy grabado en mi memoria. Es muy probable que fuera una de las peores tardes de mi vida. Qué curioso, estoy convencida de que también era lunes. Un día propicio para el suicidio. Pensé en él, pero no lo cometí. ¿Aún sigues sin entender? Asómbrate: poco antes de que le abandonáramos en el Ampurdà con su identidad nueva, Míster Monday y yo pasamos quince días en aquella casa. Él y yo solos. Espero que no suene demasiado cursi ni demasiado patético si te digo que fueron las mejores dos semanas de mi vida.
Como ves, este lunes no ha sido propicio para la muerte, sino para las confidencias.
Moderadamente tuya,
Alma
1 comentario:
Chicos, la cosa se pone más emocionante sí...
Un buen giro argumental que esperábamos ansiosos.
Reconozco que es dificilísimo plantear una historia así en plan epistolar. La relación entre estos dos es de tal forma, que más bien pienso que al recibir una misiva del otro, el uno la tiraría a la primera papelera que encontrase...
Sigo leyéndoos cada lunes desde el anonimato. Saludos. ;-)
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